lunes, 13 de abril de 2015

Tu voz en la garganta

Tengo un nudo en la garganta... otra vez sin poder decir, solo que ahora no va a ocurrir como tantas veces, que tus palabras vengan tan a la medida de lo que siento y pienso que parezcan hechas para mi.

Seguro estoy exagerando. Vas a seguir diciendo, iluminando, denunciando cuanta injusticia detectes. Y sobre todo, vas a seguir seduciendo, incomodando, pintando con las palabras, haciéndolas mías otra vez.

Especialmente van a seguir gritando tus cuentos para despertar, cuentos que delatan otros cuentos, esos que nos quieren dormiditos y consumiendo, soñando y produciendo.

Pero ¿de qué me quejo?, si hace tiempo que disfruto de algo inédito en mis lecturas: cuando te leo, te escucho. No metafóricamente. Escucho tu voz, con tus pausas, con tus tonos, con tu mirada. Estoy seguro que no soy el único al que le pasa esto. Y creo que eso es lo que haces mejor: darnos tu voz.

Es más, si te descuidas hasta te robo ese chanchito con el que firmas.

No tengo frases para citar en este momento. Solo un recuerdo, con tu voz obvio, sobre aquella ventana sobre la memoria, solo que ahora el alfarero que se retira sos vos, y nos dejas tantas piezas lindas que ni ganas de estrellarlas contra el piso tenemos... pero la tradición manda y como tan bien la pintaste, eso es la memoria: pedacitos de las piezas fundamentales mezcladas en la propia arcilla.